José Alberto Zepeda Dominguez 

Oso


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Cuando lo urgente no deja tiempo….

29/04/2023

Desde que estaba en la universidad me interesé más en la relación entre los recursos naturales y sus usuarios que en cualquier especie o grupo de ellas. Aquel interés se originaba por la preocupación que me despertaba el evidente y continuo deterioro de los recursos naturales a mi alrededor. Desde ese entonces, hace ya 23 años, tuve claro que mi ejercicio profesional se enfocaría en intentar ayudar a cambiar esa tendencia de deterioro, de una u otra forma. Es cierto que, como a todos, algún grupo de organismos o ecosistema me causaba cierta fascinación inexplicable, pero fue precisamente esta fascinación la que me llevó a enfocar mi trabajo en la búsqueda de formas que ayudaran a garantizar que aquellos persistieran para que futuras generaciones pudieran apreciarlos y disfrutarlos; ya desde entonces tuve claro que los esfuerzos gubernamentales no serían suficientes para garantizar la persistencia de los recursos naturales.

Esta decisión no se fincó en ningún tipo de iluminación divina u otro tipo de esoterismo naturalista, sin duda fue más bien el resultado de un grupo de influencias, que sin duda fueron un montón, pero hay algunas que contribuyeron de manera específica y trascendental. Gracias al trabajo de mi padre pude tener contacto con personas de comunidades rurales marginadas. El sitio donde estudié la universidad era en sí misma una comunidad de este tipo, habitada por gente tan noble y bien intencionada como la de cualquier otro lugar, pero con necesidades urgentes que limitaban su capacidad para enfocar sus esfuerzos en la conservación de sus recursos naturales. Tuve la fortuna de tener como mentor a un naturalista como pocos quedan, Felipe Becerril, un hombre que me mostró la importancia de alinear nuestros esfuerzos con las necesidades de las comunidades locales. Ya en los últimos semestres tuve como profesora de Manejo Integral de Zona Costera a Sophie Ávila (la primera generación que tuvo un acercamiento formal a estas disciplinas), una brillante científica que en esos momentos comenzaba su carrera, su conocimiento, congruencia y compromiso marcaron mi camino. Complementó esta formación inicial mis interacciones con Luis Carlos Bravo, un tremendo profesional que alguna vez me explicó la sutil diferencia entre lo workoholic y el compromiso con los ideales. La última gran influencia profesional de aquel tiempo lo es el amigo entrañable, y punto de referencia (aunque no pretendo compararme con él en ninguna dimensión), Alejandro Espinoza Tenorio, el bienamado Colega, persona con la que he compartido muchísimo en los últimos 20 años, entre lo más importante la pasión por el oficio, el compromiso con las generaciones futuras y la visión para enfocar el trabajo no sólo en lo interesante sino en aquello que además es importante y que hoy me atrevería a calificar de urgente.

La amistad con el Colega fue lo que me hizo escuchar por primera vez de Ileana Espejel y el grupo de manejo de la UABC, pero de eso escribiré en un futuro (esperemos no tan lejano), entretanto gracias por dedicar este tiempo a leer esta primera entrada al blog, espero haber sido entretenido y un poco provocador. Bienvenidos.


Sinceramente, el Oso.